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PASEN Y VEAN

ENTREVISTA AL CARDENAL OSORO. Una cruz para mí significa todo. ¡Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen!

  CARDENAL OSORO y B. SHIELDS   Foto: P. T. ENTREVISTA AL CARDENAL OSORO Una cruz para mí significa todo. ¡Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen! Me encuentro en el Palacio Arzobispal de Madrid. Citada con el Excmo. Cardenal Don Carlos Osoro. Me siento en la obligación de reseñar que, en esta entrevista, la dificultad y la tensión permanentes marcaron en todo momento el paso del encuentro. Bajo una presión sin precedentes hasta ahora. Fui advertida justo antes de comenzar la entrevista, durante la misma y después. Cierto es que, me sentí de alguna manera arropada por el halo de paz y serenidad que el Cardenal Osoro me transmitió en todo momento. De corazón a corazón. Profunda y eternamente, gracias, Cardenal. (Impresiones a pie de entrevista) Antes de comenzar la entrevista, el cardenal, muy interesado, me pregunta sobre mis familiares religiosos. Charlamos sobre ellos durante unos minutos y se preocupa por saber quiénes eran, de qué Diócesis y dónde estuvieron. Le gust

A DIESTRO Y SINIESTRO, II PARTE, CARACALEJO DEL MONTE

VOLVÍ A VIAJAR EN EL TIEMPO 40 AÑOS DESPUÉS...

Me he resistido a redactar el segundo capítulo de “Caracalejo del Monte” pero, entre algunas cosillas que me quedaron por relatar y el auge de las peticiones llegadas a la revista pidiendo una segunda parte, han hecho que ceda gratamente.

… Una vez que me cocí en aquella ducha del “Oeste”, el director de un Banco se ofreció gentilmente a prestarme el cuarto de baño de su casa para aquel fin y para no volverme a cocer. Aquello me supo a gloria y así lo fui haciendo hasta que, un buen día, Cipriano Telera, perdón, el Sr. Alcalde, me dijo que me había encontrado una casa. Yo, absolutamente contento, le pregunté que dónde estaba a lo que me contestó: “En la calle Nueva” pero por lo que conozco, creo en el cien por cien de los pueblos existe una “calle Nueva” que suele ser más antigua que el resto de las calles.

Al día siguiente me llevó a ver la casa y volví a viajar en el tiempo cuarenta años atrás. Al salón sólo le faltaba una repisa con un paño de encaje y una radio de lámparas para escuchar “el parte” o alguna de esas novelas a las que prestaban su voz Pedro Pablo Ayuso y Matilde Conesa. Creo que más de uno o una, como ahora hay que decir si no te tachan de machista, sabrá de esas novelas. En fin… Ya tenía casa aunque estuviera sacada del túnel del tiempo. Con la electricidad a ciento veinticinco voltios, su cuadra y el cuarto de baño en el patio como debe ser.

“Caracalejo del Monte” es un pueblo fronterizo de Andalucía con el país vecino, estaba formada por dos viguetas de hierro, una a cada lado del arcén de la carretera, unidas por una cadena. La frontera se abría dos o tres veces al año y venía para “vigilar” un Inspector de Policía. Uno de ellos, aficionado a la cocina, enseñó a las “habitantas” (jajajajaja) del pueblo a hacer un suflé de helado recubierto de merengue y horneado. Las “habitantas” no daban crédito a lo que veían y se preguntaban que cómo podía ser que habiendo metido el suflé en el horno el helado no se hubiera derretido. A lo que el cocinero o repostero en cuestión respondió que era puro arte (jajajajaja).

Una buena tarde del mes de abril, con otro Inspector de Policía, fuimos al extranjero, es decir, pared con pared, al pueblo cercano del país vecino a comprar patatas, y acompañados de tres de las “deshecho de tienta”. A la vuelta, el copiloto me dice ¡para, para, para!. Una de ellas le preguntó que para qué parábamos. Él le contestó: ¡Vamos a copular! (por decirlo de una manera más o menos elegante) y la misma dijo: ¿Ah sí, dónde?. ¡Que es broma!. Nunca sabré si desilusionadas o no.

¡AHÍ QUEDA ESO!



 Por Aviador sin avío



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