PUSE REJAS
EN LAS VENTANAS POR SI ACASO…
Esta
vez me toca hablar de algo serio pero siguiendo con mis toques de humor. Se
trata de mi tercer destino porque del segundo no podría hablar ya que sería
demasiado evidente.
En
fin… esta vez se trata de lo vivido en “Carrilejo
de la Sierra”, continuando en la vida profunda, pueblo que no sé si llamarlo también Infierno o “Cutriferio de la Sierra”. Para empezar
diré que allí funcionaban Izquierda Unida, los Verdes, etc… y la “extrema
derecha”, mano a mano. He de decir que cuando me fui tenía el récord de
permanencia.
Era
un pueblo de unos dos mil habitantes con una población gitana del veinticinco
por ciento. Vivía en una especie de gueto y entre otras hortalizas y frutales se
cultivaba opio.
El
Ayuntamiento, como en el noventa por ciento de los casos, cutre, obsoleto y con
unos muebles casi del siglo XIX, la
máquina de escribir, una Olivetti Lexicon
80 con su mesa INVOLCA y todo,
¡aaaah! y una calculadora Olivetti de
manivela con sólo las cuatro reglas. Última tecnología de los años cincuenta,
¡para echarse a temblar!. Como en otros destinos, había dos administrativos,
dos de ellos con aspecto un tanto siniestro y dos Policías Locales, uno de
ellos con más venas que una caja de huevas, es decir todo un bujarronaco, el
cual gozaba con ese apelativo y al que luego también me referiré.
En
cuanto al Sr. Alcalde, lo llamaré Cipriano Telera, al que me referí en mi anterior
artículo pero de la gama más baja, no sé si era comunista convencido o no y con
un vocabulario de menos palabras que las del Alcalde de mi anterior relato.
En
cuanto a la peña que formaba el Pleno, eran casi del mismo calibre que el Alcalde,
e incluso a veces más ruinmente bajo. Recuerdo sobre todo al hijo del Alcalde
que cuando lo vi vez primera me vino a la mente aquel pelirrojo de la serie de
TV “Érase una vez el hombre” que
siempre hacía de malote pero éste, elevado a la enésima potencia. Del resto…, ni
merece comentar, excepto de uno al que me referiré más adelante.
Al
poco de empezar a trabajar me calificaron de “facha” y no sé por qué. Tenía entonces un Renault 5,
vivía en una casa en el Barrio de Los Maestros vestía normal, bueno, con
zapatos “Castellanos”, vaqueros “Lee” y en invierno me abrigaba con un “Loden” y yo me preguntaba ¿esta forma de vestir no es normal?, ¿que tendrán contra mí? (jajajajaja). Lo
primero que hice cuando me dieron la casa fue poner rejas en las ventanas (por
si acaso) e instalar una estufa de leña porque allí la mayoría de los inviernos
nevaba, así como poner un fregadero y amueblarla.
Y
así pasaban las horas y los días hasta que una buena mañana se me presentara el
Sr. Alcalde en el despacho y me propusiera que para los trabajos del P.E.R. le hiciera
un proyecto de un puente. No sabía si reírme a carcajadas o hacerme caca en
toda su familia difunta. Me dijo que como era un tío “estudiao” que podía
hacerlo porque además, era fácil, sólo había que poner unos tubos en la parte
de arriba, tablas, echar cemento y asfaltarlo. Cuando terminó, directamente me
hice caca otra vez en toda su familia difunta. Le dije que yo no era ingeniero,
que era de letras (no de las de cambio) y que eso de calcular pesos,
estructuras y todo lo demás no era lo mío, que yo era Licenciado en Historia y
Diplomado en Derecho y en ninguna de esas dos facetas se estudia lo necesario
para proyectar un puente.
Pasado
algo de tiempo cambié de coche. Un Alfa Romeo 33 y yo, henchido de gozo, llegué
al pueblo con él. A media mañana me llama el policía local bujarraco y me dice
con ese tono característico cantarín: ¡Te
he multaaaooo!, yo le dije: ¿Cooomooo?
y me contesta que el coche tenía media rueda delantera izquierda pisando la
raya amarilla, a lo que yo le dije: ¿Has tenido una mala noche?, me contesta
que en qué sentido y le dije: Ya sabes
por donde voy. Quita el papelito del parabrisas y lo tiras. Si quieres me asomo
y te lo digo en persona. Quitó el papelito tan rápido que ni pude verlo.
Otro
buen día se me presenta en el despacho un concejal de IU (parece el gritito del
SR. De El Tirol de Ahora Caigo). Me dice que se ha enterado de que soy
Licenciado en Historia y que le gustaría que le prestara un libro de Historia
de España. Le dejé un librito de Pierre Vilar sobre Historia de España desde la Prehistoria hasta los tiempos de Adolfo
Suárez, de unas ciento treinta páginas. A los dos días vuelve y me dice que le
ha gustado mucho pero que quiere algo que profundice más sobre la Guerra Civil
Española. Le traje “La Guerra Civil
Española” en tres volúmenes. Al día siguiente me trajo los libros
diciéndome que aquello era demasiado para él. Por cierto, para definirlo solo
habría que poner signos de admiración a sus apellidos, ¡Valiente Borrego!. Que
es lo que era y quizás lo siga siendo, lo digo por sus apellidos sin signos de
admiración. El tío se apellidaba así en serio.
¡AHÍ
QUEDA ESO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTA CON RESPETO, IRONÍA Y EMPATÍA. GRACIAS